You can fool all the people some of the time, and some of the people all the time,
but you cannot fool all the people all the time.
(Abraham Lincoln)

martes, 1 de abril de 2014

Entre satisfechos y desencantados

Los unos a la carga sin miramientos, crecidos en su asalto a la riqueza gracias a la desidia y abandono prematuro de los otros, caídos en la derrota por su propia indolencia. Ayer, la derrota del progresismo frente al conservadurismo en Francia. Mañana, me temo que se repetirá el suceso en el Parlamento Europeo. Los satisfechos saldrán a votar para recoger lo que “les corresponde” por derecho propio. Y los idealistas, desencantados, se quedarán en sus casas soñando utopías, dejando el camino expedito al desmantelamiento de la arquitectura de nuestra convivencia desde Bruselas.

Ya lo decía de España Joaquín Costa hace más de cien años y es como si lo dijera hoy mismo: “Quedan triunfadores e indemnes los hijos del privilegio, los vociferadores de La Marcha de Cádiz, los fracasados del bachillerato, señoritos de pueblo, los gomosos de la acera de las Calatravas, el fango social que inunda la plaza de toros, ebria de vino y de salvajismo…”.

Aunque si uno se para a recapacitar, ¡cómo no se va a comprender el desencanto de aquellos que esperaron durante siete años, entre 2004 y 2011, que se produjeran definitivos cambios en lo más profundo de las rémoras históricas de nuestra España!… Y ahí se quedaron, esperando y esperando, una vez más, otra vez más… porque quienes dirigían el Gobierno socialista no tuvieron el coraje definitivo de afrontar las transformaciones radicales indispensables para convertir a este país en lo que demanda hace siglos.

Tras unos primeros atisbos de arrojo (Ley de la Dependencia, Ley del Matrimonio Gay, paralización del Trasvase del Ebro, repatriación de las tropas…) se cayó en seguida en la pusilanimidad que viene prevaleciendo entre nosotros como tantas veces antes en la historia. Por ejemplo, ya las Cortes de Valladolid, allá por 1523, propusieron que se pidiera al Papa que prohibiera a iglesias y monasterios adquirir bienes raíces (para permitir así el progreso industrial de una España ruralizada donde el gran propietario de las tierras no era otro que la Iglesia). Sin hacerse nada pasaron los años, y la Iglesia se constituyó en un Estado dentro del Estado secular. Las Cortes volvieron sobre tal reivindicación año tras año hasta que en 1566, la respuesta de Felipe II fue que no convenía “por agora hazer novedad ni otra declaración”…

Exactamente lo mismo que como en tantas cosas fundamentales (la sustitución de la energía nuclear por energías renovables, finiquitar el Concordato, restringir las dimensiones y gasto del Ejército al mínimo acorde a nuestra posición, acabar con los colegios religiosos concertados...) ZP, de mano de su vicepresidenta también nos dijo “por agora no conviene”… y así nos luce el pelo.

Porque luego llega la derecha y ellos no se andan nunca con remilgos a la hora de imponer su ideología de privilegiados (Ley del Aborto, Ley de Seguridad Ciudadana, Ley de Costas, Ley de Bosques, Ley de Evaluación Ambiental, Ley de Educación…), en las que el interés de la casta económica dominante se impone al bienestar común.

En fin, baste por esta semana este desaliento y en la próxima hablaremos más de lo que el fallecido premio Nobel de Economía John Kenneth Galbraith denominó “La cultura de la satisfacción”, la de los privilegiados que miran con desdén y rencor a los pobres como si éstos en el fondo estuvieran robando a los ricos con sus caprichos inmerecidos de salud pública, atención a la dependencia, asistencia social…

Emplazados estáis a la próxima semana con esta reflexión de David Thoreau: “No someterse a unas leyes opresivas e injustas es una obligación moral”. 
 
 

 
 
© Fotografías boston.com, vozpopuli.com
 
 
 
 
 
 

 

 

1 comentario:

  1. Qué alegría el regreso semanal del Maine; qué necesario. Hoy más que nunca, en vísperas de las Elecciones Europeas más importantes en mucho tiempo. Ahí estaremos siguiendo tu estela.

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