You can fool all the people some of the time, and some of the people all the time,
but you cannot fool all the people all the time.
(Abraham Lincoln)

domingo, 26 de abril de 2020

Depravación del creador


“Para cualquiera que acaricie la idea de que existe alguna bondad espiritual inherente en los artistas de gran talento, la época de Stalin y Hitler supone toda una desilusión. No solo fracasaron los compositores a la hora de alzarse en masa contra el totalitarismo, sino que muchos le dieron activamente la bienvenida. En la batalla campal capitalista de los años veinte se habían enfrentado a la cultura de masas con la ayuda de las tecnologías, que introdujo una nueva aristocracia de estrellas de cine, músicos pop y celebridades sin cartera. Tras depender durante tanto tiempo de la Iglesia, las clases más acomodadas y la alta burguesía, los compositores se vieron metidos de repente en la Edad del Jazz y sin apoyos claros. Algunos empezaron a soñar con un caballero político de armadura resplandeciente que llegaría para socorrerlos…
“Los dictadores representaron ese papel a la perfección… expertos en jugar con las debilidades de la mente creadora, ofrecían la seducción del poder con una mano y el miedo a la destrucción con la otra. Uno tras otro, los artistas se ponían en fila…
“… marcó el comienzo de la fase más depravaba y trágica de la música del siglo XX: la absoluta politización del arte por medios totalitarios…”.
(“El ruido eterno”, Alex Ross, Seix Barral 2009).

Bueno, desgraciadamente, pareja depravación encuentro yo en el arte contemporáneo de finales de un milenio e inicio del otro. Solo que el papel de los “dictadores” lo ha usurpado ese tirano universal que hoy llamamos Mercado.
Observar a tantos creadores plegarse a las exigencias comerciales, autocensurarse, someterse a la complacencia; arrodillarse para la prebenda, la subvención, el amañado premio; acallar su propia (hipotética) voz en aras, simplemente, de tener eco, salario, fama… produce una penosa vergüenza.
Y una infinita pena. Porque cada época de la Historia es recordada en el futuro a través del canon (musical, literario, artístico, audiovisual…) instituido. Pero el de hoy lo conforma interesadamente esa (mala) suerte de “establishment”, los ignaros conglomerados mediáticos, que monopolizan la creación en cadena bajo perspectivas de puro neoliberalismo cultural fordista.
Así que, en un no muy lejano futuro, estos, nuestros años, aparecerán en los libros de texto como un páramo de la creación y la autenticidad… No una Edad de Oro, sino una Edad del Clon. Todo igual, todo lo mismo. Todo prescindible.

© imagen: www.canstockphoto.es

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