Según leo en la prensa, cerca de 40 exministros (el número
lo da, repito, la prensa, cualquier parecido con Alí Babá es pura coincidencia)
del PP, PSOE y UCD (tres en uno como el dogma católico) presentaron el pasado sábado en Valencia un “foro
de reflexión y debate público sobre asuntos de relevancia política, económica y
social”. Cuerpo a tierra.
Como bien saben los chomskianos, nada es casual a la hora de
nombrar algo, y esta entidad se ha denominado “Fundación España Constitucional”.
Para dejar claro el constitucionalismo al que hacen mención, celebraron primero
una reunión a puerta cerrada y posteriormente presentarían a los medios de
comunicación sus conclusiones.
Impulsada por el socialista José Bono y el popular Eduardo
Zaplana, esta fundación cuenta entre otros con el apoyo de Ángel Acebes por
parte del PP; Elena Salgado, Cristina Garmendia o Carlos Solchaga por parte del
PSOE; y de Marcelino Oreja y Rodolfo Martín Villa, de la UCD. Los requisitos
para formar parte de “España Constitucional” son ser exministro y no estar en
política activa. Es la única manera, consideran, de poder escuchar y ser
escuchados por los distintos grupos de influencia en la sociedad.
Lo de escuchar tiene su gracia. Lo de ser escuchados ya es
para nota. Particularmente el menda no piensa escuchar nada que me quiera decir
Garmendia, ex presidenta del lobby de la industria de la biotecnología, Asebio,
con la que España es hoy en Europa la principal y mayor potencia transgénica,
también fue miembro de la CEOE y algunos todavía aguardan a conocer su ideario
socialista, que no socia-lista. Respecto a Zaplana me basta con aquello de los
juicios por Terra Mítica. De Carlos Solchaga no creo que llegue jamás a mejorar
su aristotélica frase de “España es el país “el país donde uno (quería decir
“unos” creo, unos en concreto) se puede hacer rico más rápidamente”. A Bono me
lo reservo para cuando se decida a tomar definitivamente los hábitos y nos dé
una homilía. De Martín Villa, jefe provincial del “Movimiento” en Barcelona en
1974, sin embargo me quedo con su arte para reprimir manifestaciones obreras y
estudiantiles en los años en que fue Ministro de Gobernación. De Abel Matutes
prefiero que en vez de darme prédicas me invite a pasar las vacaciones en sus
hoteles. A Ángeles González Sinde, que quedó finalista del Premio Planeta de
novela tras ser ministra de Cultura, no antes, más que darme ideas le pediría
que me firme una novela. A ser posible escrita por otra. A Miguel Sebastián le
pediría que sin corbata nombrara otra vez a un secretario de estado procedente
del lobby pronuclear para acabar de finiquitar las energías renovables que
tanto estorban en nuestro suelo patrio. A María Antonia Trujillo no estaría de
más pedirle que nos escribiera una propuesta de definición de “solución
habitacional” para la RAE.
Pero si todos estos me dicen que “están dispuestos a
estudiar y presentar propuestas sobre regeneración (no es broma, lo pone así) democrática,
financiación autonómica o cualquier otra cuestión que pueda ayudar a mejorar el
consenso en el Estado en estos momentos de crisis y desafección hacia los
políticos”, entonces ya les digo que precisamente como propuesta para aquietar
tal desafección de los políticos es recordar que es desafección “de los
políticos” (parece que me repito, pero no), no de la política. O sea,
desafección de ellos en concreto, que pueden quedarse tranquilamente en casa
viendo en Antena 3 “Me resbala”, que te ríes mucho.
El acto de presentación de la Fundación ha servido para
aprobar la denominada 'Declaración de Valencia', y han participado otros
prohombres y promujeres de la regeneración política y democrática como el
presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, y la alcaldesa de Valencia, Rita
Barberá. Ésta al parecer ha aprovechado que el Turia pasa por las Fallas y “ha
valorado la oportunidad de esta Fundación para reivindicar la Monarquía porque
es el futuro de casi 50 millones de españoles y los valores constitucionales”. Sin
despeinarse, como es público y notorio desde hace años. Qué laca no usará la
señora esta. Tan sin despeinarse, digo, que ya cogiendo velocidad de crucero ha
añadido que “a las ínfulas independentistas se une una pretendida crisis de
legitimidad" promovida por algunos grupos y partidos y que "lo que
estamos viendo casi todos los días en las calles de España nos avisa de que el
terreno para que arraigue (“¿cuálo, lo qué?”) está abonado".
La pena es que todavía no sean miembros gentes inapreciables
como Rodrigo Rato, padre y madre de la Ley del Suelo de la que vinieron los
lodos tóxicos de la especulación inmobiliaria justo antes de que se fuera de
presidente del muy democrático FMI del que se dio el piro haciendo mutis por el
foro para acabar en el otro foro, el de Madrid con su caja de ahorro, de la que
también dimitió dos días antes justo de que el Gobierno rescatara a Bankia
inyectándole 22.424 millones de euros públicos para salir del agujero.
De todos modos no pierdas la esperanza, querido lector del
Hundimiento del Maine, si has sido ministro en alguna vida anterior, recuerda,
la Fundación España Constitucional está abierta a nuevos patronos, y podrás
hacerte un día una fotografía con los que ya he citado y con los otros
miembros: Álvaro Rengifo, César Antonio Molina, Enrique Sánchez de León, Javier
Gómez-Navarro, Jordi Sevilla, José Lladó, Juan Antonio Ortega, Luis Gámir,
Rafael Calvo Ortega, Anna Birulés, Carmen Calvo, Eduardo Serra, Jaime Lamo de
Espinosa, Jesús Sancho, José Pedro Pérez Llorca, Julián García Vargas, Luis
González Seara, Manuel Núñez, Matías Rodríguez, Rafael Arias Salgado y Salvador
Sánchez-Terán, Pío Cabanillas y Beatriz Corredor.
(Fotografía de diarioprogresista.es)
No hay comentarios:
Publicar un comentario