You can fool all the people some of the time, and some of the people all the time,
but you cannot fool all the people all the time.
(Abraham Lincoln)

martes, 21 de julio de 2015

Efectos colaterales

Varias entradas recientemente en los muros de grandes amigos como Jesús Urceloy o Enrique Gracia Trinidad (también comentarios míos en chats hace unos días) sobre la agresividad y violencia verbal de demasiados “comentaristas” de muros que toman feisbuc como si fuera la barra del bar con sus amigotes y se dedican a soltar lugares comunes, insultos y penosas pseudopiniones propias de iletradas gentes que en sus vidas sólo han leído titulares de pasquines.
Supongo que hay que hacer como cuando en el bar, sin quererlo y sin ir con nosotros la cosa, los escuchamos vociferar socarrones sus insultos y bazofias: irnos al otro lado de la barra o cambiar de bar y seguir en nuestra vida rodeado de la dignidad y altura moral e intelectual de nuestros verdaderos amigos.
Pero hoy pensaba en los otros efectos colaterales de feisbuc, gúgel y toda esta civilización internética en la que vivimos. Supongo que nada se puede hacer sino convivir con ello. Pero no deja de producirme cierto desasosiego e inquietud la sensación de que en cuanto tecleo algo en internet una buena retahíla de gentes y empresas que yo no conozco ni querría conocer se pone a seguir mis movimientos…
Hace unos días entré a buscar en gúgel un tipo de té. Un minuto después en mi feisbuc, empezaron a entrar anuncios de una marca concreta de infusiones. Aún  me aparecen por doquier. Qué decir si hago una búsqueda de hoteles en Portugal. Un nanosegundo después me aparecen muros de agencias de viajes ofreciendo ofertas. Y la repanocha ayer: miré el horario de visitas de “La última cena” de Leonardo Da Vinci en Milán (por cierto ni una hora libre hasta octubre, que hay tres días semidisponibles a casi 40 euros la visita. También alguna posibilidad “extraña” en fechas anteriores pero sólo si compras un paquete con otra visita a no sé qué, y abonas entre 60 y 100 euros. Es ésta otra cuestión para debatir un día: el precio e inaccesibilidad de obras de arte universales). Como decía, miré un momento el horario de visitas de “La última cena” de Da Vinci en Milán y cinco minutos más tarde recibo ¡en mi correo personal!, (que ni siquiera es gmail y por tanto no está unido a feisbuc ni gúgel ni nada) una oferta de trabajo en italiano y para Italia de la Associazione Lavoro Libero de la que no conocía “niente”…
En fin, está claro que en la era de las corruptelas y las opacidades públicas y privadas, lo único transparente somos los ciudadanos, los individuos… se ve a través nuestro y todo lo que tenemos por dentro. Queramos o no.
Sea.

(fotografía de www.fondos10)

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