Varias entradas recientemente en los muros de grandes amigos
como Jesús Urceloy o Enrique Gracia Trinidad (también comentarios míos en chats
hace unos días) sobre la agresividad y violencia verbal de demasiados “comentaristas”
de muros que toman feisbuc como si fuera la barra del bar con sus amigotes y se
dedican a soltar lugares comunes, insultos y penosas pseudopiniones propias de iletradas
gentes que en sus vidas sólo han leído titulares de pasquines.
Supongo que hay que hacer como cuando en el bar, sin
quererlo y sin ir con nosotros la cosa, los escuchamos vociferar socarrones sus
insultos y bazofias: irnos al otro lado de la barra o cambiar de bar y seguir
en nuestra vida rodeado de la dignidad y altura moral e intelectual de nuestros
verdaderos amigos.
Pero hoy pensaba en los otros efectos colaterales de feisbuc,
gúgel y toda esta civilización internética en la que vivimos. Supongo que nada
se puede hacer sino convivir con ello. Pero no deja de producirme cierto
desasosiego e inquietud la sensación de que en cuanto tecleo algo en internet
una buena retahíla de gentes y empresas que yo no conozco ni querría conocer se
pone a seguir mis movimientos…
Hace unos días entré a buscar en gúgel un tipo de té. Un
minuto después en mi feisbuc, empezaron a entrar anuncios de una marca concreta
de infusiones. Aún me aparecen por
doquier. Qué decir si hago una búsqueda de hoteles en Portugal. Un nanosegundo
después me aparecen muros de agencias de viajes ofreciendo ofertas. Y la
repanocha ayer: miré el horario de visitas de “La última cena” de Leonardo Da
Vinci en Milán (por cierto ni una hora libre hasta octubre, que hay tres días semidisponibles
a casi 40 euros la visita. También alguna posibilidad “extraña” en fechas
anteriores pero sólo si compras un paquete con otra visita a no sé qué, y
abonas entre 60 y 100 euros. Es ésta otra cuestión para debatir un día: el
precio e inaccesibilidad de obras de arte universales). Como decía, miré un
momento el horario de visitas de “La última cena” de Da Vinci en Milán y cinco
minutos más tarde recibo ¡en mi correo personal!, (que ni siquiera es gmail y
por tanto no está unido a feisbuc ni gúgel ni nada) una oferta de trabajo en
italiano y para Italia de la Associazione Lavoro Libero de la que no conocía “niente”…
En fin, está claro que en la era de las corruptelas y las
opacidades públicas y privadas, lo único transparente somos los ciudadanos, los
individuos… se ve a través nuestro y todo lo que tenemos por dentro. Queramos o
no.
Sea.
(fotografía de www.fondos10)
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