You can fool all the people some of the time, and some of the people all the time,
but you cannot fool all the people all the time.
(Abraham Lincoln)

jueves, 22 de agosto de 2019

La democracia caníbal

José Manuel Querol vuelve a deslumbrarme con su último libro de ensayo: “La democracia caníbal. El Leviatán y la amenaza fascista en el siglo XXI”, Ediciones Trea, 2019, que sigue la estela de su extraordinario “Postfascismos: el lado oscuro de la democracia”, Ed. Diaz&Pons, 2014.

Su pensamiento en esta ocasión aborda el tema más acuciante de nuestra contemporaneidad, la pervivencia o no de la democracia tal y como la conocemos, desde puntos de vista ontológicos: la geopolítica, la filosofía de la historia, la literatura, la ciencia ficción, el análisis de la actualidad, la historia del siglo XX, la filología, la semántica… Todo ello, como es marca notoria en él, con una inmensamente envidiable claridad y autenticidad en su discurso, tanto en el fondo como en la forma de su prosa (de la que novelísticamente hablando buena cuenta teníamos con su magnífica “Swing para un futuro incierto”, Ed. Evohé, 2018).
Intentar glosar el libro de este puntero pensador y académico desde mi posición de mero diletante lector sería cosa que causaría sonrojo. No en vano he de reconocer que el capítulo 2 “La cara oculta de la luna”, ha quedado precisamente a la distancia de nuestro satélite respecto de mi cerebro, pues la profundidad del pensamiento filosófico vertido en tal capítulo, no ha podido traspasar mi (in)capacidad intelectiva en esta parte en concreto y siempre, que conste, “mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa”.
En donde José Manuel ajusta la altura y complejidad de su pensamiento al lector medio, o sea en los otros seis capítulos, cualquiera podemos disfrutar y sentir azuzado nuestro espíritu crítico. El último capítulo “Los replicantes (final)” es una delicia literaria e intelectual, política y propositiva, arriesgada e insobornable, para enmarcar.
En todo el libro, complejo y luminoso a un  tiempo, nos muestra diáfanamente cómo la política lleva decenios secuestrada por la economía. Corrijo, por “una” economía. Y cómo se ha producido una jibarización del ser humano reducido a la entidad de homo economicus. Ahondando en el concepto tristemente creciente de la “miserabilización” de los humanos (me permito referenciarlo a esta antigua entrada mía: http://elhundimientodelmaine.blogspot.com/2014/04/precarios-guy-standing.html). Etcétera.
Por ello, me limito a recoger aquí algunas reflexiones (mucha ellas incómodas para quienes nos pretendemos soldados de la hueste del progreso) para estimular el apetito de los lectores por el libro completo.
“La falacia de que otro mundo no es posible porque el sistema que permite el bienestar es único, global y sin alternativa ha obligado a hacer confluir los modelos ideológicos en alternancia que habían estado gobernando desde el siglo XIX, de modo que hoy por hoy nos encontramos ante una indiferenciación real de la ideología, relegándola a la irrelevancia política…
… El ciudadano occidental puede expresar su disconformidad con el sistema y lo hace, no desde la desesperación del hambriento, sino dese la necesidad de sentirse único en un mundo que le niega esa individuación y le obliga a viajar y soñar a través de un paquete turístico todo organizado y dirigido. Se viste distinto a su vecino /ya la vez igual, de acuerdo con la moda), adquiere comportamientos sexuales diferenciados y los pone de manifiesto como lucha; adquiere hábitos alimenticios o religiosos ajenos a su tradición y, al cabo, es parte del sistema también, porque todo ello no es sino un nicho de mercado alternativo que le hace sentir bien, diferente…
… Si algo pudo vender Europa alguna vez quizás fue ideas, pero estas escasean ahora ahogándose en al Acqua Alta de la riqueza; en la presión del pensamiento único, último eslabón del proceso de anulación del sistema (la opa hostil al pensamiento), que ha mercantilizado las universidades, las editoriales, las librerías (hasta las de culto); que ha ahogado en abundancia de publicaciones irrelevantes a aquellas que algo tenían que decir; que ha burocratizado la producción de los profesores universitarios, estandarizado empresarialmente las enseñanzas medias de los ciudadanos, volviendo irrelevante el pensamiento, expulsando a las humanidades de todos los lugares donde aún sobrevivían; que ha secado el pozo de las ideas, que ahora son una recapitulación amable y contemplativa, dorada pero sin garra, de un pasado que ya no existe…
… Una de las preguntas frecuentes que se hace la prensa cuando en Europa se produce un atentado cometido por jóvenes musulmanes que habían nacido ya aquí y habían sido educados –y se divertían y trabajaban, se drogaban y emborrachaban- con los valores democráticos europeos es: ¿por qué? Las explicaciones socioeconómicas suelen ser las más fáciles para la izquierda miope y vienen a decir que barrios como el de Molenbeek, cerca de Bruselas, son guetos de miseria. Y es verdad, pero la miseria no le convierte a uno en terrorista: tal vez en revolucionario, en ladrón con causa o en otras cosas, pero no en terrorista suicida. Muchos belgas, franceses, griegos o españoles no musulmanes que habitan guetos parecidos no acaban llevando un cinturón de explosivos ni blandiendo cuchillos o armas de fuego por el centro de la ciudad. La razón no es esa. La radicalización de esos jóvenes, además, es muy rápida: a lo sumo cuatro o cinco meses. Algo debe haber que llama la atención de quienes terminan por cometer esos actos, suicidándose además. No es tan difícil. La economía cuenta, claro que cuenta, pero no es suficiente. Hace falta la entrada en la intimidad de la pantalla de Internet de la esperanza y la venganza contra quienes les mantienen dentro del gueto; de un discurso muy medido, muy pensado, de propaganda que les permita poder verse en el espejo como los artífices de un nuevo orden; aquellos que por fin va a  hacer justicia a su pueblo esclavizado, colonizado, ninguneado, al que han pisoteado sus tradiciones y su religión (aunque ellos no fueran siquiera buenos musulmanes pocos meses antes de su conversión y martirio). Y esto hay que tenerlo muy en cuenta porque es el mismo fenómeno que se produjo en Alemania en los años treinta del siglo XX: el deseo de revertir una injusticia percibida que mantenía postrados, hambrientos, sin esperanzas y sin  orgullo a los alemanes. Ese mismo discurso lo empleó la propaganda de Goebbels y todavía funciona en la psicología de los jóvenes musulmanes europeos que acaban radicalizándose como funciona –está empezando a funcionar- entre los humillados por la crisis y los desencantados con la democracias estetizadas…
… Quien recorta los derechos en el relato neofascista no es el capital, sino algo que es mucho más fácil de entender: el otro, el emigrante, porque la explicación de que esa emigración proceda del estercolero neocolonialista y de los juegos en el tablero geoestratégico que hemos explicado antes o de un misterio isíaco al que se le denomina mercado con reverencia se escapa a su comprensión. La promesa de eliminar impuestos (sin necesidad de prevenir las consecuencia); el mundo simple y gobernado por hechos que atañen, no a la economía, sino a elementos periféricos de su tradición (la caza, la Semana Santa, la tauromaquia, por ejemplo, como ha hecho Vox en Andalucía) que son la epidermis falsa de la identidad (¿acaso Andalucía es la caza y las corridas de toros?), tópicos simbólicos que además alcanzan desigualmente a los votantes, son argumentos perfectamente asimilables por una ciudadanía desplazad y desubicada en la modernidad no solo tecnológica y económica, sino también imaginariamente…
… Parece ser que Thatcher dijo que su mayor logro político había sido Tony Blair. La socialdemocracia aceptó sin combatir la imposibilidad de un relato propio y de un proyecto diferenciado y se simbiotizó con el neoliberalismos en un constructo social-neoliberal en el que las medidas socialdemócratas eran diseñadas como trampas por el liberalismo conservador dejando sin horizonte a los partidos tradicionales socialdemócratas; y el relevo lo tomó entonces una nueva izquierda universitaria, muy alejada a su pesar del universo simbólico de esta clase media y trabajadora, obsesionada con el capitalismo sin ofrecer más que políticas parciales que afectaban a sectores minoritarios (la lucha LGTBI, movimientos animalistas, ecologismos urbanitas…)… queriendo cambiarlo todo sin ofrecer respuestas a los problemas cotidianos de los pequeños terratenientes rurales, de los comerciantes, de los oficinistas, bancarios o profesionales liberales no intelectualizados…
… Cinque Stelle (sus cinco estrellas designan sus políticas prioritarias: agua pública, transporte, desarrollo, conectividad y medio ambiente) no es sino el mejor ejemplo de la política posmoderna, vacía de ideología y constituida desde un infantilismo caprichoso de universitarios tecnócratas con aire de hípster
… El voto por Internet o la wikilegislación no son sino un fuego fatuo muy curioso y de apariencia amable y democrática. Sin embargo, el engaño que esconde es el propio esquema de pregunta/respuesta, con solicitud de respuestas simples a preguntas simples (no puede un referéndum plantearse en términos de complejidad semántica o de distinción de eventualidades o excepciones, y la vida, y las respuestas a los problemas de este mundo, mucha veces son más complejas que esta infantilización de la política). Aun así, muchos movimientos estudiantiles, como el Occupy Wall Street o nuestro 15-M, lo solicitaban, y es común en partidos como los de Le Pen estar a favor de referenda directos, lo cual desenmascara sus intenciones. Simplificar el mundo es no entenderlo, pero, sobre todo, es engañar a quien luego debe habitarlo. Por otro lado, nadie se opone a establecer referenda, sean estos estructurados tradicionalmente o cibernéticamente, para algunas cuestiones simples o fundamentales: el peligro es que el abuso y su aplicación a cuestiones sensibles, complicadas o de necesario consenso se traduce en un proceso de confrontación dualista en el que se discute solo sobre dos opciones posibles (cuando siempre puede haber cientos de posibilidades diferentes a esas dos posturas), lo que acaba por provocar una falta de deliberación que se oriente al consenso y a resolución pactada del problema y el peligro de degenerar en una dictadura de la mayoría latente que la propaganda populista puede manipular a placer…
… La innegable marcha sobre Europa del autoritarismos tienen una finalidad, y esa no es otra que la imposición de la teologización del sistema. Contemporizar con ello… no tiene como resultado sino la destrucción de la democracia, que parece devorarse a sí misma, y esa es la causa de la debacle de los sistemas bipartidistas… La fragmentación  ideológica de los votantes en toda Europa es fruto de esa necesidad de individuación de las identidades ansiosas por solidificarse y del aburrimiento del fin de la historia, rendida al brillo dorado del homo economicus que nos alejó del fascismo y del comunismo. Reintegrar un antropocentrismo activo es la única estrategia posible para combatir al leviatán que se levanta y ahora, invirtiéndose los términos, juega él con Dios…
… La comparación de la web del Partido Republicano y la del Partido Demócrata. En la del Partido Republicano aparece un documento destacado, “Principios para la renovación de América”… en la del Partido Demócrata no hay nada parecido. Al contrario, en la parte inferior de la página de inicio se encuentra, bajo la etiqueta de la gente, una lista de enlaces, y cada enlace lleva a un grupo o comunidad separada: las mujeres, los hispanos, los americanos étnicos (inmigrantes originarios: italoamericanos, polacoaemericanos…), la comunidad LGTBI, los amerindios, los afroamericanos, los americanos de origen asiático, los originarios de las islas del Pacífico…. Hay diecisiete grupos y diecisiete mensajes diferentes… La razón por la cual la izquierda enfoca sus discursos sobre las minorías es que estas son más susceptibles de ser marginalizadas. Sin embargo, en una democracia, la única manera de defenderlos (y no solo de adquirir una limpia conciencia y un reconocimiento de estos grupos) es ganar las elecciones y ejercer el poder durante un largo tiempo en todos los niveles del Estado, y para ello, la única forma de hacerlo es difundir un discurso que se dirija al mayor número posible de ciudadanos y que los una. Sin embargo parece  (de acuerdo con Mark Lilla) que el discurso de la política identitaria de izquierda hace todo lo contrario… El discurso de la identidad de la izquierda no tienen nada de proyecto político: se ha convertido en un fervor evangélico. El evangelismo quiere mostrar la verdad frente al poder, pero la política consiste en tomar en poder para defender la verdad… (José Manuel Querol) sería aún más radical en el planteamiento y en mostrar la evidencia del grave error de la socialdemocracia por haberse perdido en el bosque de los símbolos y de las aspiraciones de grupos y facciones, por muy legítimas que sea, antes que caminar y explorar la realidad y hablar a la gente de aquello que puede unirlos. La mujeres, los homosexuales, los padres de familia, somos más que homosexuales, mujeres o padres de familia: somos ciudadanos, y a todos nos afecta el reparto de la riqueza, la posibilidad de generarla y el control de nuestras vidas; y la única manera de que eso ocurra –y por añadidura se puedan también paliar las desigualdades e injusticias cometidas con diferentes colectivos y a tender sensibilidades más o menos heterodoxas- es gobernando desde la mayoría con un discurso sobre la realidad material y además que este sea comprehensivo…
… ¿Deben tener derecho a voto todos los ciudadanos? La respuesta sigue siendo sí, primero porque nadie está libre de equivocación… en segundo lugar, porque si la ciudadanía se equivoca es porque se la ha engañado con modelos de estetización política y discursos vacíos de contenido real y porque se le está negando, con argumentos neoeducativos tremendamente ideologizados y bien pensados estratégicamente, su derecho al pensamiento crítico: la actuación por impulsos estéticos, por reacción compulsiva o por adoctrinamiento, trae lo que trae, el motín del pueblo, y quien recoge sus frutos y los madura es el pensamiento autoritario…
Y así 279 páginas. Para leer en apnea.
[Una sola cosita de nada que, como siempre digo en estos casos, aporto aquí por el mero hecho de ayudar a las posteriores ediciones: segunda, décima, vigésimo primera… que deseo tenga este indispensable libro. Hay, creo, una errata puramente formal, en la página 116. Se atribuye a Billy Wilder un detalle que en verdad procede de una película de Lubitsch. Como la referencia acertada a Lubitsch resulta que sí aparece en la página 107, ello confirma que se trata de un mero error tipográfico. Y en la página 266 juraría que la frase “se hace llevando al tribunal Constitucional a quienes quieren limitar esos derechos” debería ser “se hace no llevando…”].
En definitiva, un libro necesario…
Colofón, como decía Einstein: la democracia nos aleja del caos y de la divinización de un individuo…
(fotografía del autor en www.cuadernodigital.com)

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