Que el próximo martes se aprueba el Ingreso Mínimo Vital (IMV)…
Habrá que decir aquello de que “Nunca es tarde si la dicha es buena”. En fin, la
primera vez que unos cuantos propusimos meterlo en un programa electoral fue
hace 16 años. Nos dijeron entonces (y luego cada ocasión en que volvíamos a
sacar a relucir tamaña insensateces) que si estábamos locos, que eso era
imposible… que si queríamos que se perdieran siempre las elecciones. Una vez
contesté que se podía hacer la prueba, ya que ese partido mayoritario llevaba
perdiendo elecciones con cierta asiduidad bajo la égida de la dictadura del “Pensamiento
Único”. Un silencio sepulcral me contestó.
Y todavía, hace nueve años compartí reunión internacional con
Guy Standing (http://www.guystanding.com/), profesor of Economic Security,
University of Bath, adalid del “precariado” y copresidente del Basic Income
Earth Network (BIEN), lo que hoy sería en España el IMV. Las carcajadas
causadas aún me despiertan alguna noche. También me despierta la rabia de haber
pasado la crisis financiera del 2008 rescatando bancos y dejando en la estacada
a tantos ciudadanos.
En fin, que resulta que echando las cuentas ahora, 3.000
millones de euros al año (el 0,6% del presupuesto total de gastos del Estado),
se demuestra que merece la pena el esfuerzo. Lo merece cuando al otro lado de
la ecuación están la pobreza, la miseria precisa de ciudadanos concretos
(850.000 hogares, dos millones de niños en situación de pobreza)…
Un kilómetro de vía de AVE cuesta de media 20 millones de
euros. El mantenimiento cuesta unos 300 millones anuales y el presupuesto de ADIF
anual suele superar los 3000 millones de euros. Actualmente la red de
titularidad de Adif Alta Velocidad alcanza los 3.402 kilómetros, o sea 68.000
millones euros hemos invertido, entre otras necesidades esenciales para llegar
a Toledo desde Madrid en media hora.
Pero bueno, volvamos al IMV, porque enseguida llegarán las
críticas: fundamentalmente que si ello aquilatará una sociedad de vagos y de defraudadores.
Por supuesto que habrá alguno que se querrá aprovechar de ello. Está en la
triste naturaleza humana. Pero confío que los que pongan el grito en el cielo
por posibles abusos, fraudes, vagancias, hagan lo mismo, y se indignen, por
ejemplo, con los improductivos rentistas de capital inmobiliario. No olvidemos
que las rentas del capital en España tributan menos que las del trabajo. No
olvidemos el fraude, por “lícito” que sea, que es tributar por impuesto de
sociedades en vez de por IRPF. No olvidemos los paraísos fiscales de algunos,
no precisamente los que tengan derecho al IMV. Y sí, habrá alguno que defraude
en este IMV, pero… ¿qué impacto tendrá su felonía comparada con las de grandes
fortunas puestas de perfil?
En fin, en vez de la pobreza ganando la batalla en mi país, prefiero
un IMV justo (pagado, no se olvide, con los impuestos de los ciudadanos trabajadores)
aunque alguno me engañe. Como decía mi padre, más vale que digan de ti que eres
tonto en vez de malo.
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