You can fool all the people some of the time, and some of the people all the time,
but you cannot fool all the people all the time.
(Abraham Lincoln)

jueves, 31 de octubre de 2019

Desarrollo Sostenible… de verdad de la buena


Participé el sábado pasado en Madrid en el Anotherway Film Festival, de cine comprometido con el medioambiente. Salí algo deprimido al comprobar que jóvenes de entre 25 y 35 años no tenían claro qué es eso del Desarrollo Sostenible (DS). Pero más deprimido salí por aquellos compañeros ponentes que sí lo sabían pero que habían acabado por asumir el torticero discurso con que los poderes industriales han intentado (y por lo que vi, han conseguido) tergiversar el originario sentido del DS.
Cuando la doctora Bruntland (nada casual que fuera precisamente una mujer quien encontrara una denominación para otro modo de relacionarnos con el entorno) definió el DS lo hizo como “el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones, garantizando el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social”. Equilibrio es la palabra clave.
El crecimiento económico al que se refería era uno indefectiblemente unido al bienestar de todos, no limitado al de unos pocos. Sin embargo, enseguida las corporaciones industriales descubrieron que mejor que oponerse al término era manipularlo a su favor. De ese modo dijeron que lo que no era económicamente rentable suponía un desequilibrio según define el DS y por lo tanto las medidas que causaran esa “falta de rentabilidad económica” no deberían aplicarse.
Así pretendían evitar poner en marcha mejores tecnologías, menos contaminantes, aunque estuvieran disponibles, si es que eran “caras” y afirmaban que aplicarlas supondría crear un desequilibrio social por culpa de los costes repercutidos en el factor trabajo, despidos mediante.
Nanay de la china. Por supuesto que en un primer estadio alguna tecnología necesaria para salvaguardar nuestro planeta pudiera ser más cara que la anterior, peligrosa, contaminante. Pero eso no significa que no deba implementarse. Y no se puede venir con amenazas sobre despidos. El a menudo indecente lucro, y la impúdica opulencia de algunos siempre pueden ofrecer justo ese margen necesario de eficiencia para mejorar el mundo, no a través de la explotación y el sueldo de los más humildes sino limitando los escandalosos salarios y compensaciones varias de los directivos que los beneficios industriales desmedidos permiten tener a unos pocos. Recordemos que España somos el décimo país del mundo en número de millonarios y el 24 en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Humanidad…
Además está absolutamente demostrado que las medidas medioambientales tienen una repercusión inmediata sobre la competitividad (Hipótesis de Porter), y que en períodos muy cortos de tiempo producen eficiencias sobre el uso de materias primas muy beneficiosos incluso para los empresarios. Pero insisto, aunque ello no fuera así, el objetivo último de garantizar un crecimiento equilibrado, un desarrollo responsable está por encima de otras consideraciones y no es lícito tergiversar el sentido de los tres factores del DS. Por eso el sistema de comercio de derechos de emisión de CO2, por ejemplo, donde unas industrias pueden seguir contaminando por lo que otras no lo hacen, me parece perjudicial y vergonzante. El principio de política ambiental debe ser: “quien contamina, paga”, no “quien paga, contamina”.
De modo que cuando hoy precisamente se habla de las tres “P” en este sentido: “Planet, People, Profit”, traducido como “Planeta, Personas, Prosperidad”, yo levanto la ceja de mis dudas. Porque en español me gusta, pero en inglés no tanto. Por eso propongo hacer un uso progresista del lenguaje gracias a una simple coma. A quitar una coma. O sea, yo propondría decir: “Planet, People Profit”. Solo ese “beneficio ciudadano” ese “lucro común” me parece que responde de verdad de la buena al concepto primigenio de DS.
En definitiva, aquellos que defienden que el DS “debe resultar rentable económicamente” yerran al aplicar una realidad profundamente capitalista a un concepto que es diametralmente opuesto. Solo cuando nos libremos de la lógica económica imperante del capitalismo, que todo lo permea, tendrá sentido esa otra sociedad a la que apunta el DS, basada en lo participativo y en el equilibrio ambiental, social, y económico no capitalista, sino humano.

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