You can fool all the people some of the time, and some of the people all the time,
but you cannot fool all the people all the time.
(Abraham Lincoln)

sábado, 2 de mayo de 2020

Teorías de la Relatividad


Cuánto plañidero estos días por el confinamiento.
A todos esos que tanto y tanto se quejan porque no se les permite salir a tomar una cerveza, les comparto un resumen de la vida de György Ligeti.
Lo cierto es que no me invento el nombre, pero podría servir el suyo para nombrar a millones. Algunos que incluso aún viven entre nosotros tras haber tenido experiencias similares a las de este. Nacido en 1923, y fallecido ya en este siglo XXI.
Tal vez no muchos sepan que fue el compositor de ciertas obras de música clásica contemporánea. Pese a su tormentosa existencia, en vez de ponerse a lloriquear por no poder dar un paseo, fue capaz de escribir música llena de luminosidad e ingenio (como dice Alex Ross en su magnífica obra “El ruido eterno”).
Cuatro de sus partituras (Réquiem, Luz aeterna, Atmosphères y Aventures) se las afanó (sin pedirle permiso ni pagarle derechos) Stanley Kubrick, para su “2001: Una odisea del espacio”. O sea, no sabremos quién es pero una gran mayoría de nosotros lo ha "escuchado".
Pues resumiendo, con Alex Ross, la azarosa existencia de este buen mortal: Nació, ya digo, “en 1923 en Transilvania, en el seno de una familia de judíos húngaros exiliados. Pues tres años antes de que Ligeti naciera, Transilvania pasó a ser parte de Rumanía. En 1940, el gobierno fascista de Hungría recuperó aquel territorio. Ligeti, llevando la cinta amarilla que lo identificaba como la hez de la sociedad, fue enviado a una cuadrilla de trabajos forzados (cargando explosivos para el frente oriental). Cuando los nazis se hicieron con el control del país comenzaron las deportaciones a los campos de la muerte. Tras sopesar las probabilidades de morir en combate, de un tiro de las SS o en un capo de concentración, Ligeti desertó de la primera línea del frente. Cayó inmediatamente en manos de las tropas soviéticas, pero una vez más consiguió escapar. Tras un largo viaje a pie hasta su casa descubrió que su pueblo ahora estaba en poder de la URSS y había unos extraños viviendo en la casa de sus padres. Solo después de terminada la guerra sabría que su padre había muerto en Bergen-Belsen, su hermano en Mauthausen y su tía y su tío en Auschwitz".
La pesadilla no concluyó en 1945. Los soviéticos mantuvieron el control de Hungría y “los mismos matones que habían cometido atrocidades en nombre del fascista partido de la Cruz Flechada, trabajaron para los comunistas de Mátyas Rákosi". Hasta que, en 1956, el intento reformista de un nuevo gobierno acabó abrupta y violentamente mediante la conocida invasión de los tanques soviéticos. Y Ligeti volvió a huir. Esta vez a Europa occidental, escondiéndose debajo de las sacas del correo del tren postal y cruzando la frontera austriaca, iluminado por bengalas militares…
En fin, una historia como la de tantos otros millones hace apenas ochenta años. Así que, propondría: antes de ponernos a gimotear por el confinamiento y el virus, seamos capaces de reconocer que somos unos privilegiados. Y que si queremos merecer lo que hemos heredado sin haber hecho nada de valor para ello, por lo menos nos comportemos con un mínimo de gallardía.

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