Estoy todavía estupefacto por comprobar tan pronto cómo han
cambiado radicalmente las cosas en nuestra monarquía. No me esperaba yo tanto
arrojo a la hora de demostrarnos a los ciudadanos que Felipe VI iba a dar un
nuevo aire a su reinado.


“La humanidad progresa, debe progresar, y este progreso se
traduce en más conciencia y libertad, dos valores que caracterizan la cultura… Hay
que hacer continuamente más viva y más eficaz la acción cultural, porque la
cultura y la democracia no podrían estar disociadas. Un hombre libre es un
individuo que toma conciencia de las necesidades que pesan sobre él e intenta
contrarrestarlas para desarrollarse. La alienación por el trabajo no es lo
único que obstaculiza el destino de una persona o de un país. La persona puede
ser desposeída de sí misma en lo que concierne a su palabra, sus deseos, por
toda clase de confiscaciones, de manipulaciones, por una ideología difusa de la
que hay que apartarse. La cultura no es un lujo, una diversión –como con
frecuencia se repite-, sino un tarea para ser uno mismo y para que los otros se
conviertan en ellos mismos. No es solamente un conjunto de bienes de los que
dispondremos para nuestro mayor contento. Nos compromete en un proceso de
creación, sea para inventar por nosotros mismos, sea para acoger, dando el
último toque, a lo que se nos propone…”.

Cultura, dice Sansot, para tener conciencia. Y yo, necio de
mí, que en esa visión de la cultura, en vez de los serviles monosílabos de
nuestro rey habría querido escucharle citar ante el papa las palabras del
caballero medieval valenciano Francesc de Vinatea hace casi mil años: “Cada uno
de nos somos tanto como vos, pero todos juntos mucho más que vos”.
En fin, demencias mías, optemos por la impavidez… "si
fragtus illabatur orbis; impavidum ferient ruinae" (Horacio).
Fotografías: muslimsdebate.com, vanitatis.elconfidencial.com,
tusquetseditores.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario