You can fool all the people some of the time, and some of the people all the time,
but you cannot fool all the people all the time.
(Abraham Lincoln)

martes, 8 de julio de 2014

Bienvenidos sean los EEUU


 Leo que EEUU por fin ha “prometido reducir su arsenal de nueve millones de minas antipersonal, paso decisivo para sumarse en el futuro al Tratado de prohibición de este tipo de armas” que tanto dolor causan a la población inocente no combatiente. Según el Servicio de naciones Unidas para Actividades relativas a las Minas (UNMAS) éstas matan anualmente entre 15.000 y 20.000 personas en todo el mundo, la gran mayoría civiles.

En 1995, casi nada, hace veinte años, estábamos intentando en la ONU hacer que el Tratado de Armas Excesivamente Dañinas o de Efectos Indiscriminados prohibiera definitivamente las minas. El tratado se llama así, no es una broma de mal gusto, incluye armas que no distinguen combatientes de población civil, niños… como las minas antipersonal y también otras proezas de la inventiva humana dedicadas no tanto a matar como a causar heridos, algo mucho más gravoso de manejar por un país en guerra, como balas que se deshacen en microscópicos fragmentos que provocan septicemias horribles, o armas láser diseñadas sólo para dejar ciego al contrario… reconfortantes invenciones humanas. Intentábamos, digo, que el Protocolo II del Tratado prohibiera definitivamente las minas, pero EEUU boicoteó la reunión que acabó en un sonado fracaso en Viena en otoño de 1995.

Un grupo de países civilizados con Canadá al frente propuso entonces, al margen de las anteriores negociaciones, lo que se denominó el Tratado de Ottawa de 1997 para la completa erradicación de las minas, al que se fueron adhiriendo 161 países como España que dejó de fabricar minas y destruyó sus arsenales. Pero EEUU no lo hizo. Entre otras cosas por negarse a asumir la responsabilidad de tener que quitar las que había sembrado, por ejemplo entre las dos Coreas.

 
Bienvenido sea este cambio hacia la prohibición de las minas en EEUU si al final se produce, pues ya estamos habituados a que en Washington se diga una cosa y hagan la contraria, como con el Protocolo de Kioto. Pero esperemos que esta vez sí, las minas antipersonal queden erradicadas de la faz de la tierra para que no siga habiendo inocentes amputados. Y para que los países que han sufrido su lacra puedan desarrollarse, lo que no es fácil cuando estas armas siguen activas durante años tras el fin de un conflicto. Cuando yo trabajaba para la ONU en Angola había 6 millones de habitantes y 10 millones de minas… casi tocábamos a dos; y al espanto de la amenaza de la muerte se sumaba que la presencia de las minas en campos que deberían ser de cultivo impidió años y años después el normal desarrollo del país. Póngase usted a plantar mijo donde puede pisar una mina.

Lo dicho bienvenida EEUU a la civilización. Y ya puestos a coger carrerilla, a ver si ese país, paradigma de los derechos humanos y la democracia, se adhiere, pero sin “Reservas jurídicas” explícitas (cuando un país firma un Tratado pero pone condiciones para su cumplimiento que de facto dejan lo firmado en papel mojado), a otras convenciones de las que EEUU no es miembro pleno como: la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes (ONU 1984); el Convenio 138 de la OIT contra el trabajo infantil que regula la edad mínima de admisión al empleo; o el Estatuto de Roma del Tribunal Penal Internacional (TPI) que juzga los crímenes de Genocidio (matanza de miembros de un grupo étnico o social, traslado forzoso de niños…) , los de Lesa Humanidad (exterminio, violación, tortura, esclavitud, desapariciones…), los de guerra y de agresión (deportación, traslado, confinamiento ilegales, ataque a poblaciones civiles…).

En el año 2000, EEUU firmó el TPI. Si bien la firma no implicaba que el tratado fuera jurídicamente vinculante sobre los estadounidenses, en concreto sus soldados, porque no presentó la preceptiva ratificación. De cualquier forma, en una caso sin precedentes en el derecho internacional público, en 2002, el Presidente Bush remitió una nota al Secretario General ONU donde expresó la "anulación", por parte de su gobierno, de la firma depositada por el anterior gobierno de Clinton.

La oposición norteamericana en aquellos momentos tomó además tintes muy parecidos a un boicot cargado de amenazas. Congresistas republicanos dijeron: “Quien se crea que el TPI puede hacerse sin Estados Unidos vive en un mundo de sueños... ...porque sólo será viable si es apoyado por una comunidad y no por un club”. No deja de sorprender aquella prepotencia de amos del planeta para los que todo conjunto de Estados en el que no participen ellos mismos no es sino un club. Sin embargo el TPI echó a andar y aunque podría y debería hacer mucho más, por lo menos no ha quedado en algo meramente simbólico.

En fin, tal vez algún día EEUU sea capaz de estar a la altura de la civilización que dice representar y asuma no sólo las responsabilidades activas y directas del incumplimiento de estos tratados, por ejemplo erradicando definitivamente el principio de “obediencia debida” de los soldados cuando realizan crímenes de guerra,  sino que EEUU también asuma las responsabilidades indirectas de acoger bajo su protección en la Tierra de las Oportunidades a personajes execrables, criminales, a la vez que expulsa a los “espaldas mojadas”. Recordemos un solo ejemplo: el famoso verdugo Nguyen Ngoc Loan que ante las cámaras de TV, impunemente asesinó en 1969 en Vietnam a un indefenso y maniatado ser humano, y que 30 años más tarde moría él plácidamente exiliado en Washington, en su hogar, dulce hogar.

Bienvenido sea EEUU a la civilización. Pero que EEUU demuestre ya su supuesto liderazgo moral firmando y ratificando todos estos tratados honrando el universal principio de que ‘sin justicia no hay paz’.
 

© Fotografías: Frontera patagónica entre Chile y Argentina, de jaime alejandre; ejecución sumaria Vietnam y TPI, de wikipedia; minas antipersona L-4, de Gervasio Sánchez en es.paperblog.com

2 comentarios:

  1. Que así sea, aunque mi confianza no alcance para soñar.

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  2. Leerte, caro amigo, es quedarse, una vez más, sin aliento.
    Mirar por la rendija el cuarto oscuro de las atrocidades donde "los mayores" juegan a gobernar el mundo no puede dejarnos de otra manera.
    Me voy a dar una vuelta por el campo, para respirar, sin ellos, ese otro mundo que, quizás, es posible. ¿Te apuntas?

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